La Encrucijada
Reserva de la Biósfera
ÁREA NATURAL PROTEGIDA DE JURISDICCIÓN FEDERAL
Este maravilloso fenómeno hidrológico creado por el encuentro de las frías y dulces aguas provenientes de la Sierra Madre y las cálidas y salinas aguas azules del Océano Pacífico da origen, desde Pijijiapan hasta Mazatán —pueblos de Soconusco—, a una de las regiones de humedales más rica, diversa y productiva de México: la Reserva de la Biósfera La Encrucijada. Su actual zona núcleo fue habitada hace aproximadamente 6000 años por uno de los grupos humanos más antiguos de Mesoamérica, los concheros de Chantuto. Más al sur, en la región costera de Mazatán, vio surgir a la civilización mokaya (1900 a 1600 a.C.), cuyos habitantes fueron los primeros agricultores sedentarios de Mesoamérica y también quienes iniciaron la preparación y el consumo de bebidas de cacao.
Las marismas, estuarios, lagunas y manglares son sistemas de enorme riqueza y diversidad biológica, y son hábitats tanto de especies residentes permanentes y temporales. Estos humedales, además de su importancia biológica, forman parte del patrimonio biogeográfico, fisiográfico y edafológico del país. Al incalculable valor y belleza paisajística debe sumarse la relevancia de su conservación, ya que son estabilizadores del ciclo del carbono e inciden a nivel global al retardar el cambio climático.
La Encrucijada es una interminable y extensa red de manglares conectados por caminos, senderos y meandros de agua que forman un verdadero laberinto de incontables canales bordeados por gigantes murallas verdes entrelazadas con esteros, lagunas y pantanos que corren paralelos a la costa y dan forma a su indómita geografía vegetal.
Los especialistas en estos ecosistemas consideran a los manglares de La Encrucijada como los más productivos y mejor desarrollados del Pacífico americano puesto que su dosel supera los 35 metros de altura. De las seis especies de árboles de mangle que existen en México, en la reserva encontramos cinco: el mangle rojo, mangle amarillo, mangle blanco, mangle botoncillo y el mangle negro o madresal. De estos, el mangle rojo es el predominante.
Al navegar por los canales de La Encrucijada es posible encontrar bellas y extensas zonas de tulares y popales, así como carrizales, palmares y camalotales; estos pantanos constituyen el hábitat de una gran diversidad de organismos, contribuyen a la conservación de los suelos y el mantenimiento del ciclo hidrológico y de nutrientes. Esta extensa biomasa generada por el ecosistema, actúa como un importante filtro natural de contaminantes.
Los complejos, únicos y extraordinarios ecosistemas de La Encrucijada la convierten en un paraíso natural de riqueza biológica excepcional. Son el hogar de cientos de especies amenazadas y en peligro de extinción —terrestres y acuáticas— que interactúan como un todo, como si fuera un único organismo vivo.